Si había algo que Raziel Sheper despreciase más que su propio
destino, era tener que someterse al cabronazo que llevaba las riendas de
su alma. Obligado a pactar con
el Príncipe Oscuro del Inframundo o morir a sus pies, optó por la
vida y la venganza, convirtiéndose así en uno de sus Recolectores de
Almas.
Ahora, después de incontables milenios a su servicio, estaba más
cerca que nunca de liberarse de él y cumplir por fin con la cuota de
almas establecida. Solo necesitaba una más. La más pura de
todas. Una que venía en el curvilíneo y menudo cuerpo de una mujer,
una nada dispuesta a someterse a sus deseos.
Destiny Simmons solo tenía un deseo en mente, terminar con esa
maldita semana y no morir en el intento. Su madre volvía a casarse con
un hombre quince años menor, su hermano había decidido
salir del armario y proclamarse travestí y su querida y chalada
tía no dejaba de repetirle que el amor que tanto la eludía caería de los
cielos.
Quizá debió haberle pedido más datos, especialmente cuando ese
enviado celestial terminó bajo las ruedas de su bicicleta y resultó ser
el hombre más insufrible de la tierra... uno por el que
se sintió inmediatamente atraída y al que le resultaba terriblemente
difícil decirle que no...
Raziel estaba dispuesto a salirse con la suya, así tuviese que
perseguir, asediar y atar a esa maldita mujer con tal de hacerse con el
alma deseada.
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