sábado, 21 de enero de 2017

DUEÑAS DEL DESTINO VOL.I CAP. I

 CAPÍTULO I
 
Para Maggie trabajar la granja era una labor harto complicada, un trabajo muy pesado y muy muy cansado, pero ella lo hacía con gusto. Sobretodo si podía contemplar días como aquel: cielos azules, un sol brillante en lo alto y un pizca de viento que evitaba que ese sol de media mañana resultara abrasador y que ella agradecía enormemente, pues estar apeando la paja una sobre otra contra la pared del pequeño establo resultaba realmente agotador. Echó mano de la bota llena de agua para refrescar su garganta y se sentó a descansar unos minutos en una de las balas de paja. Estiró las piernas,cruzándolas en los tobillos con una brizna de paja en los labios.
- Esto es vida...- Elevó la mirada al cielo despejado, posando una mano sobre sus ojos a modo de visera- Luego una pequeña siesta bajo el viejo roble...o una larga,larga siesta...Ah Dios...me diste el don de dormir como un lirón, que se le va a hacer, no voy a contradecirte ,siendo tu tan grande oh Mi Creador.
Maggie era una mujer que, a sus 26 años y a pesar de un pasado tormentoso,  intentaba ver siempre el lado bueno de las cosas. O por lo menos intentaba llevarlo todo con humor, siempre y cuando no fuera algo referido con su querida familia, sus hermanas... Ahí ya sí que sacaba el demonio que llevaba dentro, un demonio con mala uva. Humor y mala uva, esa era ella, una extraña combinación.
Salió de sus cavilaciones en cuanto a lo lejos vio llegar a Janet al establo. Andaba con brío, con grandes zancadas, colocándose distraída los guantes de montar. Unos guantes azul oscuro que no le había visto jamás, y por como brillaban, no solo le indicaban que eran completamente nuevos sino que además eran de cuero, por lo tanto costaban un ojo de la cara.¿ De dónde demonios los había sacado?Se acercó a ella saludándola con el buen humor que hoy la rondaba, pero la mínima atención que le prestó la hizo fruncir el ceño. Agg odiaba que la ignoraran...o en este caso que ni siquira se diera cuenta de que estaba ahí, a su lado, casi respirandole en la nuca.
- Hola ¿Eh?- Maggie la volvió a saludar, ahora con un deje irónico en la voz.
-Ah...hola Anna
Janet siguió andando hasta adentrase en el establo. Éste estaba constituido por las caballerizas con una cabida para seis equinos, y justo a la entrada a la derecha un compartimento para un par de cerdos que habían ganado hacía unos meses en el mercado. Supuestamente eran para comer, pero es que eran tan graciosos y te miraban con esa carita de bonachones que se veían incapaces de matarlos y luego comérselos. Preferían verlos como dos nuevas mascotas : Angus y Fred.
-Maggie.- Será...ni siquiera la había mirado, la había confundido con Anna. Por Dios,si era como confundir el sol con la luna. Totalmente distintos.
- ¿Qué?
- !Que soy Maggie,no Anna¡ - Janet estaba muy extraña . La miró suspicaz, con los ojos entrecerrados, intentando vislumbrar qué era lo que le ocurría. La vio sacar a su caballo de su caseta de madera y ensillarlo, para despues sacarlo del establo -¿Dóndevas? Llevas todala semanasaliendoporla mañanatempranoy...bueno,no necesitamostantascosasdelmercado,estamos abastecidas,Janet,losuficientehasta lapróxima lunallena-Esbozóunapequeñasonrisa,perose diocuentade queJanet no la prestaba muchaatención. Había venido cada día con algo del mercado. Un día fruta; otro día harina, y Janet no era precisamente la primera en ir a comprar. Odiaba el mercado y sus egntes alli congregadas en los puestos.
El caballo se movía nervioso,el mismo estado que el de la dueña,ante la cual Maggie se paró .Se había vuelto a arreglar demasiado como para solo ir al mercado.Vestida con sus mejores ropas,un vestido azul de media manga con gasas blancas en los codos y un pequeño cinturón de seda que le marcaba la delgada cintura- no como la suya-  que hacía resaltar su nívea piel; su cabello rubio recogido y un par de tirabuzones sueltos en el rostro que le daban un aspecto angelical.Aunque no tenía nada de angelical la mirada fulminante que le dirigió, a ella, a su Maggie,su mejor amiga,su confidente... su familia.

-Janet....- Maggie la miraba suplicante retorciendose las manos, que le hormigueaban con las ganas de zarandearla para que por lo menos la mirara- Verás...yo...
Algo estaba pasando con Janet,lo tenía claro,y ella quería saber qué era...Cuando Maggie quería algo,nada la paraba.
-Janet....-volvió a intentarlo.Realmente lo único que creía que la haría reaccionar ante ella era que la bajara a tirones del caballo,pero no quería perder los nervios, solo quería hablar... Aunque solo le arrancaría un par de mechones,no sería para tanto.Tomó aire y la miró fijamente- Sabes que no podemos exponernos tanto,y mucho menos en el mercado del pueblo.Allí va todo el mundo,podrían reconocernos¿Eso es lo que quieres?¿Quieren que sepan que estamos aquí?¿Ponernos a todas en peligro?
Pensaba que quizá así Janet entraría en razón o por lo menos la escucharía.Sabía que era caer bajo,recordándole todo lo que podían perder,pero esa era la mejor forma de que se diera cuenta de la situación.O eso creía Maggie,que no esperaba para nada la frialdad e indiferencia de Janet y se sintió repentinamente estúpida al tener esa fe ciega en la mujer que ahora no se parecía en nada a la que ella conocía.
-¿Hasa cabado ya?Porque quiero irme hoy ¿sabes?
-Pero Janet...
-Debo partir ya, no quiero ir tarde
-¿Tarde?¿Has quedado?¿Con quién?
-¡Maggie,basta!¡Déjame en paz!-Janet apretó los labios,respirando hondo mientras se intentaba calmar.Sus manos apretaban con fuerza las riendas de su caballo que se había puesto nervioso ante sus gritosy notaba los ánimos exaltados en el ambiente.- Volveré tarde.
Maggie farfullaba sin saber que decirle a su amiga,jamás se habían gritado,por lo menos no de ese modo.
-Muy bien.Solo recuerda que en esto no estás sola y que si te perjudican a ti,nos perjudican  a todas.Si cae una,caemos todas,Janet.Recuérdalo.
Janet arrulló a su caballo para que avanzara saliendo a galope por el bosque camino al pueblo.Jamás se había sentido tan cabreada con nadie,ni tan molesta con ella misma.Esto se le estaba yendo de las manos,ilusa ella que pensó que tendría algo más de tiempo.Pero el tiempo se le acababa y ella no estaba dispuesta a perderle,le necesitaba.Y supo sin lugar a dudas que había llegado el momento de actuar.
Maggie se quedó observando como el caballo y su dueña se alejaban a galope ,perdiéndose entre los frondosos árboles de la tierra que habitaban. Hacía ya cinco años que Maggie llegó huyendo a este lugar,encontrándose con esta granja abandonada.Pensó que había sido una suerte y que por fín las cosas podían irle bien.Empezar una vida  nueva, empezar sola en esta tierra alejada. El paso de los días confirmaba que ese sitio era perfecto para vivir en paz y lo más importante, alejada de todo y de todos y, aunque quedaba algo lejos del pueblo, a ella eso le venía de perlas,pues cuanto menos contacto tuviera con la gente del pueblo,mejor.No quería llamar la atención, deseaba pasar todo lo desapaercibida que pudiera.Semanas después, se encontró a Janet en el pueblo,estaba herida,sucia,hambrienta y muy debil.Sin lugar a dudas la ayudó,y apesar de que eso podría conllevar un grave peligro para ella,la llevó hasta la granja donde la cuidó.Janet le contó todo lo ocurrido y el porqué de su huida.A partir de entonces se hicieron inseparabales.Y ellas dos fueron las que levantaron la granja,las que la arreglaron y sacaron adelante para que fuera un lugar seguro y pudieran vivir tranquilas,sin lujos pero sin que les faltase nada.Estuvieron solas un tiempo,pero fueron encontrando a  otras en su misma situación.Llegaron a ser seis,pero ahora solo eran cinco. Desgraciadamente sabían cuáles podían ser las consecuencias de que las encontraran. Siempre recordaría a Cailin con cariño.
Echó un vistazo a la granja,ahora tan bonita. Tan arreglada. Tan limpia. Lo suyo les había costado,y les costaba día a día. Aquí había dejado ser Maggie MacDonald para ser simplemente Maggie. No quería perder todo eso. Y menos por culpa de alguna locura de Janet.
Decidida a descubrir el secreto que Janet guardaba, se dirigió de nuevo al pequeño establo y montándo su caballo Magnus,salió tras Janet.
¿Cómo la había podido perder? Maldita sea, si estaba justo detrás. Ah maldita sea Janet y su afán por correr. Veloz como el viento  decía, sí, veloz...Velo tendría que ser ella en encontrarla o el estçupido que estaba haciendo ene stos momentos siguiendo a Janet no serviría para nada, excepto para mostrar sus pocas dotes de vigilante.
Tras lo que parecieron largas horas- psiblemente solo unos minutos- vislumbró un caballo atado a un árbol : Galen , el caballo deJanet. Apresuró el paso y llegó hasta donde se encontraba éste,que pastaba tranquilamente de unas hierbas.
-¿Porqué no está contigo tu dueña?¿Eh amigo?- Acariciaba la crin del animal,un acto que siempre la relajaba y ahora necesitaba calmarse,pues tenía la sensación de que lo que iba a encontrar no le iba a gustar un pelo.
Escuchó unos pasos y tan rauda como pudo, arrastrando a su caballo,q eu de silencioso tenía poco,se escondió tras unos matorrales.Suerte que eran altos pues de nadaserviriía que se escondiera si se veía a su cablo asomando su cabezota.Se mordió el labio para no maldecir al pincharse con unas rosas que justo estaban a su lado.¿Sería por flores, por plantas , por... por...  cosas verdes que había en el mundo que tenían que ser preicisamente unas rosas?¡Que pinchan!
- Ay madre ...madre mia... como pica...Jo...
Mientras se rascaba el brazo se echó a un lado para ver si ya no había nadie y al ver a Janet soltó una sonora maldición - ahora sí-, por suerte ya se marchaba y loq ue realmente vió fue su capa ondeando tras ella, que andaba a paso rápido en dirección a un prado, en la llanura de la montaña la cual era llamada por los ligareños ¨La montaña de las Brujas¨pues según dicen todo el utiliza el paso de la montaña queza bajo el hechizo de las brujas que allí habitan. Pufff... paparruchas. Pero, igualmente iba a atajar por el mercano, no por miedo sino por precaución.No fuera a ser que no tuviera tanta suerte y Janet la viera. Y eso si que sería aterrador.
Bajó hasta el mercado, por allí atajaría y podría pillar a Janet. O eso esperaba pues el paso de las montañas era largo,aunque no había ningun recoveco donde poder quedarse, solo piedras y árboles y al final de este, un prado grande rodeado de setos.Ahí es donde esperaba encontrarla.
Ya en el mercado del pueblo, las voces de los mercaderes que vendían a voz en grito su mercancía,como la de mejor calidad y la de mejor precio, se mezclaban con la de los compradores que regateaban al tendero,consiguiendo un mejor precio aún. Por un lado, se acumulaban los puestos de telas y ropajes, bordados, velos y bisutería varia;  por otro, toda la comida o bebida ,desde carnes, pescados hasta fruta y verdura, condimentos para cocinar y vino para agasajar la garganta y refrescar un poco la mañana en el atestado mercado . Realmente estaba bien abastecido, allí podías encontrar todo lo que quisieras y ajustar el precio según te conveniera. Se habían vuelto unas reinas del regateo. Pero cuando ellas iban y vendían algunas cosas en el mercado, poco regateos les hacían, y sacaban una buena tajada. Sonrió,  recordando como la semana pasada le había sacado un buen pico por unos bordados a una mujer estirada que iba con aires de superioridad por el mercado...Le iba a enseñar ella superioridad.
Se había quedado parada, perdida en sus pensamientos y había perdido la noción del tiempO. Maldita sea , si ella había ido a seguir a Janet, no a quedarse entrla multitud que hoy se congreaba en el mercado. Claro...las fiestas del pueblo. No se había acordado de ello, ya hora se veía rodeada de luareños, icos y pobres, de todas las clases sociales haciendo sus comrpas para la celebración. Estúpidas fiestas, estúpidas celebraciones.. estúpidos todos.
Y si no hubiera sido por el empujón que aquella niña rubia y delgada, con más cara de demonio que de cría, le había dado, posiblemente, no, con toda seguridad seguiría inmersa en sus cavilaciones sobre si ese collar era verdadero o falso y si estaban timando a la mujer que lo iba a comprar. Que bien poco le importaba a ella, pero le encantaba ver cómo los compradores picaban ante las suculentas palabras del mercader. Y de nuevo....había venid a porJanet, maldita sea...Maldiciéndose así misma - ora vez- avanzó apartando a la gente, con ademanes bruscos y soltando insultos y palabrotas que harían que hasta el guerrero más rudo se sonrojara.
-Maldita sea....¿porqué demonios se me habrá metido en la cabeza seguir a esta endemoniada?- Una mujer la miró espantada, llevándose una mano al pecho y emitiendo un extraño ruidito con la boca, mientras parecía que iba a desmayarse ahí mismo- ¿Qúe demonios está usted mirando? !Aparte!- Creyó oir un golpe, como si la señora se hubiera desplomado. Por Dios, que pusilánime era la gente... oir la palabra demonio y salir espantada, que estupidez. Debería probarlo más a menudo, decir ¨demonio¨ en todas partes y ver como la gente salía corriendo haciendo aspavientos con las manos ¡Que divertido! Debería haberse parado a ver si la señora estaba bien, ser una buena ciudadana y bla bla...¡Pasando! No tenía tiempo. Su objetivo era Janet. Janet.Janet.Janet se repetía una y otra vez. En los últimos años sus modales habían ido decayendo hasta desplomarse por completo, o perderlos como le decían todas.Bien poco le importaba a ella eso.
Siguió andando dando pasos agigantados, que en nada se parecían a los de una dama mientras  levantaba esas faldas largas y sumamente molestas que se veía obligada a llevar cuando salia de la granja.También debería haber cogido sus modales,pero a saber donde estaban ahora.
Cuando por fin consiguió pasar toda esa multitud,llevándose algún que otro codazo y pisotón,codazos y pisotones que ella misma devolvió,consiguió adentrarse hacia la zona boscosa,que la llevaría a los prados donde Janet podría estar, aunque había perdido mucho tiempo. Se lamentó al no haber ido por el camino que Janet siguió, muchísimo más corto y directo. Maldita sea...
Tenia que ser siligosa,no quería que la descubriera.Andaba despacio,intentando pisar con delicadeza las hojas secas caídas en el suelo,cosa harto dificil ,así que iba de puntillas manteniendo el equilibrio, con los brazos en cruz ,pero ni con esas, pues acabó tropezándose con sus propios piesy casi acaba de bruces en el suelo.
-¡Puñetas!¡Maldita falda...maldito bosque...maldita Janet...-Gruñendo siguió avanzando, entre maldiciones y gruñidos, hasta que oyó un ruido. Se paró en seco. Diantres las brujas...
-Ay madrecita de mi alma y de mi corazón...- Susurró, llevando las manos directamente a las dagas, guardadas en el cinto que llevaba escondido bajo la capa, atado a su cintura.Era una costumbre que había adquirido con los años, ruido que escuchaba, mano a la daga.- Juro que seré buena, y que no maldeciré más y que...- Frunció el ceño al oir que los ruidos se convirtieron en gemidos...¿gemidos?
-¿Qué...?-Miro entre los arbustos - esta ves no eran rosas- y encontró a Janet en un pequeño claro tumbada en el suelo sobre una manta bajo el cuerpo de un hombre que arremetía contra ella, que reía y gemía sin parar mientras el hombre la besaba y acariciaba y...
- Que calor...
... y Janet se agarraba a su espalda, rodeando las potentes caderas del hombre con sus piernas- no recordaba que Janet tuviera las piernas tan largas -   y siguiendo el ritmo de estas.
- No puede ser...será...- Apretó los dientes ,incapaz  de apartar la vista del salvaje vaivén de las caderas del hombre y de ese trasero bien formado, de esa espalda ancha donde se notaban todos y cada uno de sus músculos ondear con sus movientos.- Vaya...oh eso es...-Tragó saliva, y cuando el dio una vuelta para que ella quedara a horcajadas, abrió mucho los ojos y se marchó de alli,  dirigiéndose hacia su caballo olvidándose ompletamente de las brujas, de los hechizos y con el trasero del hombre en la mente. Se aseguró que nadie la seguía y montó derecha a la granja, hirviendo  de furia, cabreada y dolida a partes iguales. Se iba a enterar, cuando llegara le iba a decir cuatro cosas...¿Qué se creía que estaba haciendo? Que incosciente... ¿Y quién era ese hombre? No le pudo ver la cara,solo su...su trasero prieto,  su espalda musculosa...Por Dios,Janet de tonta no tenía un pelo,porque vaya hombre...
En cuanto llegó a la granja,evitó encontrarse con el resto de las chicas, porque una de las cosas que tenía Maggie es que no sabía mentir, ni fingir su estado de ánimo,así que cuando estaba mal,se le notaba, y cuando estaba bien,era la alegría personificada. Claro que, cuando estaba cabreada como ahora,ladraba a todo el mundo por doquier, sin importarle quien fuera, pagando así con todo el mundo su mala leche.Por lo que tanto optó por enfrascarse en diversas tareas y mantenerse ocupada, aunque tuviera que limpiar sobre limpio.Era capaz de ensuciar algo con tal de tener que limpiar y así estar entretenida , o se subiría por las paredes,antes de Janet entrara por esa puerta.
















Que la lectura os acompañe!

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