CAPÍTULO I
Para Maggie trabajar la
granja era una labor harto complicada, un trabajo muy pesado y muy muy
cansado, pero ella lo hacía con gusto. Sobretodo si podía contemplar
días como aquel: cielos azules, un sol brillante en lo alto y un pizca
de viento que evitaba que ese sol de media mañana resultara abrasador y
que ella agradecía enormemente, pues estar apeando la paja una sobre
otra contra la pared del pequeño establo resultaba realmente agotador.
Echó mano de la bota llena de agua para refrescar su garganta y se sentó
a descansar unos minutos en una de las balas de paja. Estiró las
piernas,cruzándolas en los tobillos con una brizna de paja en los
labios.
- Esto es vida...- Elevó
la mirada al cielo despejado, posando una mano sobre sus ojos a modo de
visera- Luego una pequeña siesta bajo el viejo roble...o una
larga,larga siesta...Ah Dios...me diste el don de dormir como un lirón,
que se le va a hacer, no voy a contradecirte ,siendo tu tan grande oh Mi
Creador.
Maggie era una mujer
que, a sus 26 años y a pesar de un pasado tormentoso, intentaba ver
siempre el lado bueno de las cosas. O por lo menos intentaba llevarlo
todo con humor, siempre y cuando no fuera algo referido con su querida
familia, sus hermanas... Ahí ya sí que sacaba el demonio que llevaba
dentro, un demonio con mala uva. Humor y mala uva, esa era ella, una
extraña combinación.
Salió de sus
cavilaciones en cuanto a lo lejos vio llegar a Janet al establo. Andaba
con brío, con grandes zancadas, colocándose distraída los guantes de
montar. Unos guantes azul oscuro que no le había visto jamás, y por como
brillaban, no solo le indicaban que eran completamente nuevos sino que
además eran de cuero, por lo tanto costaban un ojo de la cara.¿ De dónde
demonios los había sacado?Se acercó a ella saludándola con el buen
humor que hoy la rondaba, pero la mínima atención que le prestó la hizo
fruncir el ceño. Agg odiaba que la ignoraran...o en este caso que ni
siquira se diera cuenta de que estaba ahí, a su lado, casi respirandole
en la nuca.
- Hola ¿Eh?- Maggie la volvió a saludar, ahora con un deje irónico en la voz.
-Ah...hola Anna
Janet siguió andando
hasta adentrase en el establo. Éste estaba constituido por las
caballerizas con una cabida para seis equinos, y justo a la entrada a la
derecha un compartimento para un par de cerdos que habían ganado hacía
unos meses en el mercado. Supuestamente eran para comer, pero es que
eran tan graciosos y te miraban con esa carita de bonachones que se
veían incapaces de matarlos y luego comérselos. Preferían verlos como
dos nuevas mascotas : Angus y Fred.
-Maggie.- Será...ni
siquiera la había mirado, la había confundido con Anna. Por Dios,si era
como confundir el sol con la luna. Totalmente distintos.
- ¿Qué?
- !Que soy Maggie,no
Anna¡ - Janet estaba muy extraña . La miró suspicaz, con los ojos
entrecerrados, intentando vislumbrar qué era lo que le ocurría. La vio
sacar a su caballo de su caseta de madera y ensillarlo, para despues
sacarlo del establo -¿Dóndevas? Llevas todala semanasaliendoporla
mañanatempranoy...bueno,no necesitamostantascosasdelmercado,estamos
abastecidas,Janet,losuficientehasta lapróxima
lunallena-Esbozóunapequeñasonrisa,perose diocuentade queJanet no la
prestaba muchaatención. Había venido cada día con algo del mercado. Un
día fruta; otro día harina, y Janet no era precisamente la primera en ir
a comprar. Odiaba el mercado y sus egntes alli congregadas en los
puestos.
El caballo se movía
nervioso,el mismo estado que el de la dueña,ante la cual Maggie se paró
.Se había vuelto a arreglar demasiado como para solo ir al
mercado.Vestida con sus mejores ropas,un vestido azul de media manga con
gasas blancas en los codos y un pequeño cinturón de seda que le marcaba
la delgada cintura- no como la suya- que hacía resaltar su nívea
piel; su cabello rubio recogido y un par de tirabuzones sueltos en el
rostro que le daban un aspecto angelical.Aunque no tenía nada de
angelical la mirada fulminante que le dirigió, a ella, a su Maggie,su
mejor amiga,su confidente... su familia.
-Janet....- Maggie la
miraba suplicante retorciendose las manos, que le hormigueaban con las
ganas de zarandearla para que por lo menos la mirara- Verás...yo...
Algo estaba pasando con Janet,lo tenía claro,y ella quería saber qué era...Cuando Maggie quería algo,nada la paraba.
-Janet....-volvió a
intentarlo.Realmente lo único que creía que la haría reaccionar ante
ella era que la bajara a tirones del caballo,pero no quería perder los
nervios, solo quería hablar... Aunque solo le arrancaría un par de
mechones,no sería para tanto.Tomó aire y la miró fijamente- Sabes que no
podemos exponernos tanto,y mucho menos en el mercado del pueblo.Allí va
todo el mundo,podrían reconocernos¿Eso es lo que quieres?¿Quieren que
sepan que estamos aquí?¿Ponernos a todas en peligro?
Pensaba que quizá así
Janet entraría en razón o por lo menos la escucharía.Sabía que era caer
bajo,recordándole todo lo que podían perder,pero esa era la mejor forma
de que se diera cuenta de la situación.O eso creía Maggie,que no
esperaba para nada la frialdad e indiferencia de Janet y se sintió
repentinamente estúpida al tener esa fe ciega en la mujer que ahora no
se parecía en nada a la que ella conocía.
-¿Hasa cabado ya?Porque quiero irme hoy ¿sabes?
-Pero Janet...
-Debo partir ya, no quiero ir tarde
-¿Tarde?¿Has quedado?¿Con quién?
-¡Maggie,basta!¡Déjame
en paz!-Janet apretó los labios,respirando hondo mientras se intentaba
calmar.Sus manos apretaban con fuerza las riendas de su caballo que se
había puesto nervioso ante sus gritosy notaba los ánimos exaltados en el
ambiente.- Volveré tarde.
Maggie farfullaba sin saber que decirle a su amiga,jamás se habían gritado,por lo menos no de ese modo.
-Muy bien.Solo recuerda
que en esto no estás sola y que si te perjudican a ti,nos perjudican a
todas.Si cae una,caemos todas,Janet.Recuérdalo.
Janet arrulló a su
caballo para que avanzara saliendo a galope por el bosque camino al
pueblo.Jamás se había sentido tan cabreada con nadie,ni tan molesta con
ella misma.Esto se le estaba yendo de las manos,ilusa ella que pensó que
tendría algo más de tiempo.Pero el tiempo se le acababa y ella no
estaba dispuesta a perderle,le necesitaba.Y supo sin lugar a dudas que
había llegado el momento de actuar.
Maggie se quedó
observando como el caballo y su dueña se alejaban a galope ,perdiéndose
entre los frondosos árboles de la tierra que habitaban. Hacía ya cinco
años que Maggie llegó huyendo a este lugar,encontrándose con esta granja
abandonada.Pensó que había sido una suerte y que por fín las cosas
podían irle bien.Empezar una vida nueva, empezar sola en esta tierra
alejada. El paso de los días confirmaba que ese sitio era perfecto para
vivir en paz y lo más importante, alejada de todo y de todos y, aunque
quedaba algo lejos del pueblo, a ella eso le venía de perlas,pues cuanto
menos contacto tuviera con la gente del pueblo,mejor.No quería llamar
la atención, deseaba pasar todo lo desapaercibida que pudiera.Semanas
después, se encontró a Janet en el pueblo,estaba herida,sucia,hambrienta
y muy debil.Sin lugar a dudas la ayudó,y apesar de que eso podría
conllevar un grave peligro para ella,la llevó hasta la granja donde la
cuidó.Janet le contó todo lo ocurrido y el porqué de su huida.A partir
de entonces se hicieron inseparabales.Y ellas dos fueron las que
levantaron la granja,las que la arreglaron y sacaron adelante para que
fuera un lugar seguro y pudieran vivir tranquilas,sin lujos pero sin que
les faltase nada.Estuvieron solas un tiempo,pero fueron encontrando a
otras en su misma situación.Llegaron a ser seis,pero ahora solo eran
cinco. Desgraciadamente sabían cuáles podían ser las consecuencias de
que las encontraran. Siempre recordaría a Cailin con cariño.
Echó un vistazo a la
granja,ahora tan bonita. Tan arreglada. Tan limpia. Lo suyo les había
costado,y les costaba día a día. Aquí había dejado ser Maggie MacDonald
para ser simplemente Maggie. No quería perder todo eso. Y menos por
culpa de alguna locura de Janet.
Decidida a descubrir el
secreto que Janet guardaba, se dirigió de nuevo al pequeño establo y
montándo su caballo Magnus,salió tras Janet.
¿Cómo la había podido
perder? Maldita sea, si estaba justo detrás. Ah maldita sea Janet y su
afán por correr. Veloz como el viento decía, sí, veloz...Velo tendría
que ser ella en encontrarla o el estçupido que estaba haciendo ene stos
momentos siguiendo a Janet no serviría para nada, excepto para mostrar
sus pocas dotes de vigilante.
Tras lo que parecieron
largas horas- psiblemente solo unos minutos- vislumbró un caballo atado a
un árbol : Galen , el caballo deJanet. Apresuró el paso y llegó hasta
donde se encontraba éste,que pastaba tranquilamente de unas hierbas.
-¿Porqué no está contigo
tu dueña?¿Eh amigo?- Acariciaba la crin del animal,un acto que siempre
la relajaba y ahora necesitaba calmarse,pues tenía la sensación de que
lo que iba a encontrar no le iba a gustar un pelo.
Escuchó unos pasos y tan
rauda como pudo, arrastrando a su caballo,q eu de silencioso tenía
poco,se escondió tras unos matorrales.Suerte que eran altos pues de
nadaserviriía que se escondiera si se veía a su cablo asomando su
cabezota.Se mordió el labio para no maldecir al pincharse con unas rosas
que justo estaban a su lado.¿Sería por flores, por plantas , por...
por... cosas verdes que había en el mundo que tenían que ser
preicisamente unas rosas?¡Que pinchan!
- Ay madre ...madre mia... como pica...Jo...
Mientras se rascaba el
brazo se echó a un lado para ver si ya no había nadie y al ver a Janet
soltó una sonora maldición - ahora sí-, por suerte ya se marchaba y loq
ue realmente vió fue su capa ondeando tras ella, que andaba a paso
rápido en dirección a un prado, en la llanura de la montaña la cual era
llamada por los ligareños ¨La montaña de las Brujas¨pues según
dicen todo el utiliza el paso de la montaña queza bajo el hechizo de las
brujas que allí habitan. Pufff... paparruchas. Pero, igualmente iba a
atajar por el mercano, no por miedo sino por precaución.No fuera a ser
que no tuviera tanta suerte y Janet la viera. Y eso si que sería
aterrador.
Bajó hasta el mercado,
por allí atajaría y podría pillar a Janet. O eso esperaba pues el paso
de las montañas era largo,aunque no había ningun recoveco donde poder
quedarse, solo piedras y árboles y al final de este, un prado grande
rodeado de setos.Ahí es donde esperaba encontrarla.
Ya en el mercado del
pueblo, las voces de los mercaderes que vendían a voz en grito su
mercancía,como la de mejor calidad y la de mejor precio, se mezclaban
con la de los compradores que regateaban al tendero,consiguiendo un
mejor precio aún. Por un lado, se acumulaban los puestos de telas y
ropajes, bordados, velos y bisutería varia; por otro, toda la comida o
bebida ,desde carnes, pescados hasta fruta y verdura, condimentos para
cocinar y vino para agasajar la garganta y refrescar un poco la mañana
en el atestado mercado . Realmente estaba bien abastecido, allí podías
encontrar todo lo que quisieras y ajustar el precio según te conveniera.
Se habían vuelto unas reinas del regateo. Pero cuando ellas iban y
vendían algunas cosas en el mercado, poco regateos les hacían, y sacaban
una buena tajada. Sonrió, recordando como la semana pasada le había
sacado un buen pico por unos bordados a una mujer estirada que iba con
aires de superioridad por el mercado...Le iba a enseñar ella
superioridad.
Se había quedado parada,
perdida en sus pensamientos y había perdido la noción del tiempO.
Maldita sea , si ella había ido a seguir a Janet, no a quedarse entrla
multitud que hoy se congreaba en el mercado. Claro...las fiestas del
pueblo. No se había acordado de ello, ya hora se veía rodeada de
luareños, icos y pobres, de todas las clases sociales haciendo sus
comrpas para la celebración. Estúpidas fiestas, estúpidas
celebraciones.. estúpidos todos.
Y si no hubiera sido por
el empujón que aquella niña rubia y delgada, con más cara de demonio
que de cría, le había dado, posiblemente, no, con toda seguridad
seguiría inmersa en sus cavilaciones sobre si ese collar era verdadero o
falso y si estaban timando a la mujer que lo iba a comprar. Que bien
poco le importaba a ella, pero le encantaba ver cómo los compradores
picaban ante las suculentas palabras del mercader. Y de nuevo....había
venid a porJanet, maldita sea...Maldiciéndose así misma - ora vez-
avanzó apartando a la gente, con ademanes bruscos y soltando insultos y
palabrotas que harían que hasta el guerrero más rudo se sonrojara.
-Maldita sea....¿porqué
demonios se me habrá metido en la cabeza seguir a esta endemoniada?- Una
mujer la miró espantada, llevándose una mano al pecho y emitiendo un
extraño ruidito con la boca, mientras parecía que iba a desmayarse ahí
mismo- ¿Qúe demonios está usted mirando? !Aparte!- Creyó oir un golpe,
como si la señora se hubiera desplomado. Por Dios, que pusilánime era la
gente... oir la palabra demonio y salir espantada, que estupidez.
Debería probarlo más a menudo, decir ¨demonio¨ en todas partes y ver
como la gente salía corriendo haciendo aspavientos con las manos ¡Que
divertido! Debería haberse parado a ver si la señora estaba bien, ser
una buena ciudadana y bla bla...¡Pasando! No tenía tiempo. Su objetivo
era Janet. Janet.Janet.Janet se repetía una y otra vez. En los últimos
años sus modales habían ido decayendo hasta desplomarse por completo, o
perderlos como le decían todas.Bien poco le importaba a ella eso.
Siguió andando dando
pasos agigantados, que en nada se parecían a los de una dama mientras
levantaba esas faldas largas y sumamente molestas que se veía obligada a
llevar cuando salia de la granja.También debería haber cogido sus
modales,pero a saber donde estaban ahora.
Cuando por fin consiguió
pasar toda esa multitud,llevándose algún que otro codazo y
pisotón,codazos y pisotones que ella misma devolvió,consiguió adentrarse
hacia la zona boscosa,que la llevaría a los prados donde Janet podría
estar, aunque había perdido mucho tiempo. Se lamentó al no haber ido por
el camino que Janet siguió, muchísimo más corto y directo. Maldita
sea...
Tenia que ser
siligosa,no quería que la descubriera.Andaba despacio,intentando pisar
con delicadeza las hojas secas caídas en el suelo,cosa harto dificil
,así que iba de puntillas manteniendo el equilibrio, con los brazos en
cruz ,pero ni con esas, pues acabó tropezándose con sus propios piesy
casi acaba de bruces en el suelo.
-¡Puñetas!¡Maldita
falda...maldito bosque...maldita Janet...-Gruñendo siguió avanzando,
entre maldiciones y gruñidos, hasta que oyó un ruido. Se paró en seco.
Diantres las brujas...
-Ay madrecita de mi alma
y de mi corazón...- Susurró, llevando las manos directamente a las
dagas, guardadas en el cinto que llevaba escondido bajo la capa, atado a
su cintura.Era una costumbre que había adquirido con los años, ruido
que escuchaba, mano a la daga.- Juro que seré buena, y que no maldeciré
más y que...- Frunció el ceño al oir que los ruidos se convirtieron en
gemidos...¿gemidos?
-¿Qué...?-Miro entre los
arbustos - esta ves no eran rosas- y encontró a Janet en un pequeño
claro tumbada en el suelo sobre una manta bajo el cuerpo de un hombre
que arremetía contra ella, que reía y gemía sin parar mientras el hombre
la besaba y acariciaba y...
- Que calor...
... y Janet se agarraba a
su espalda, rodeando las potentes caderas del hombre con sus piernas-
no recordaba que Janet tuviera las piernas tan largas - y siguiendo el
ritmo de estas.
- No puede
ser...será...- Apretó los dientes ,incapaz de apartar la vista del
salvaje vaivén de las caderas del hombre y de ese trasero bien formado,
de esa espalda ancha donde se notaban todos y cada uno de sus músculos
ondear con sus movientos.- Vaya...oh eso es...-Tragó saliva, y cuando el
dio una vuelta para que ella quedara a horcajadas, abrió mucho los ojos
y se marchó de alli, dirigiéndose hacia su caballo olvidándose
ompletamente de las brujas, de los hechizos y con el trasero del hombre
en la mente. Se aseguró que nadie la seguía y montó derecha a la granja,
hirviendo de furia, cabreada y dolida a partes iguales. Se iba a
enterar, cuando llegara le iba a decir cuatro cosas...¿Qué se creía que
estaba haciendo? Que incosciente... ¿Y quién era ese hombre? No le pudo
ver la cara,solo su...su trasero prieto, su espalda musculosa...Por
Dios,Janet de tonta no tenía un pelo,porque vaya hombre...
En cuanto llegó a la
granja,evitó encontrarse con el resto de las chicas, porque una de las
cosas que tenía Maggie es que no sabía mentir, ni fingir su estado de
ánimo,así que cuando estaba mal,se le notaba, y cuando estaba bien,era
la alegría personificada. Claro que, cuando estaba cabreada como
ahora,ladraba a todo el mundo por doquier, sin importarle quien fuera,
pagando así con todo el mundo su mala leche.Por lo que tanto optó por
enfrascarse en diversas tareas y mantenerse ocupada, aunque tuviera que
limpiar sobre limpio.Era capaz de ensuciar algo con tal de tener que
limpiar y así estar entretenida , o se subiría por las paredes,antes de
Janet entrara por esa puerta.
Que la lectura os acompañe!
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