Inglaterra, 1803. Fanny Clark vive junto a su familia en la tranquilidad
rural del condado de Sheepfold. Allí comparte la casa con su padre, dos
hermanos y una madre que lo único que disfruta más que los chismes son
las intrigas para casar a su hija con alguien adinerado. De todos modos,
a Fanny lo que más le gustan son los libros, las novelas que muestran a
mujeres decididas y a amores desmedidos.
La calma en su vida se
verá interrumpida cuando deba viajar a Londres a acompañar a Charlotte,
su mejor amiga, que va a ser presentada en sociedad. Allí, Fanny
conocerá las absurdas convenciones, la innecesaria ostentación y los
aburridos bailes en los que se topará con el oscuro Oliver Hawthorne, al
que ella tildará de asno.
La fiebre de su hermana menor que la
obliga a regresar a Sheepfold y la llegada a su casa del misterioso
Jarrod Rygaard, un estadounidense amigo de su hermano, completan, para
Fanny, la trama de su propia novela: disputada por dos hombres,
disputada por la vida en el campo o en la ciudad, ella deberá elegir
cómo hacer aunar lo que desea.
Todo el cuerpo de Fanny se vistió
de piel de gallina cuando se percató de que Oliver Hawthorne sería el
mejor héroe romántico, apuesto y sensual, que jamás encontraría en
ninguna de sus novelas. Y por fin aquel héroe estaba allí, con ella, en
el mejor marco escénico que cualquier sufrida damisela romántica podría
desear. ¿Cómo había podido estar tan ciega hasta entonces?
Que la lectura os acompañe!
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